martes, 2 de diciembre de 2008

Ciudad de locos



De lejos se ve tan pequeña e inmensamente iluminada. Desde arriba la perspectiva es otra. Nos fundimos en ésta enorme ciudad dispuesta a tragarnos en cada oportuidad. Es igual y nunca es la misma. Siempre me enseña algo y me permite mostrar lo que a casi nadie muestro: asombro.
Entre prisas y tropezones, entre el tráfico y el café te encontré tan vulnerable; tan llena de ti como solo tú sabes, tan sola entre carcajadas que resuenan en tus oídos sobre las almohadas.
De repente te miras en el espejo del coche y te das cuenta de que nada es lo que parece. Y te miro y me sorprendo una vez más al ver que tu resignación ha sido lo que menos duele en medio de todo el caos que nos absorve.
Sabes que estoy junto a ti dispuesta a jugarme el pellejo chamuscado. ¿Qué menos puedo hacer? si todo lo que tengo es porque un día decidiste llevarme dentro de ti ocho meses.
Los rascacielos e inclusive tú saben que lo haría todo por tí, cuando tu resignación y el smog pasen a segundo plano; sabes que puedes volar hacia mi y te acurrucaré en mis brazos que tanto te necesitan,
y sabrás...
que ni la distancia
ni los errores tan comunes y extraños
importan en esta ciudad de locos
a la que de alguna manera pertenecemos
pero ambas sabemos:
que jamás será nuestro hogar.
Aquí estoy siempre,
parada junto a tí
aunque no me veas
mi cordón umbilical aún está dentro,
y me duele lo que a ti te duele.