miércoles, 10 de junio de 2009

Recuerdos vivos




Mientras me acaricias me dices que la suavidad de mi piel te encanta. No es nada particular, pienso.

Pero me gusta imaginar que soy especial para tí. Tanto tiempo juntos, supongo que es por algo que aún seguimos aquí. Sólo se escucha el rugido de tripas sobre la cama deshecha.

El dolor no existe en este momento. La maleta donde esta guardado esta cerrada por ahora; cargada de domingos a solas, de madrugadas llenas de nada, de la impaciencia que me entra por no poder tocarte cuando me place.

El placer del deseo me invade y dejo que te llenes de mi como una botella vacía con un pequeño agujero en el fondo.

Jamás podrás saciarte.

Y dejo que juegues conmigo por el simple dejo de satisfacción que me dejas en los labios cada vez que lo haces.

Tu sudor cae en mi cara y las sombras de afuera dibujan tu figura.

Te sorprendes con mi perversión y te dejas contagiar gozoso con la ternura con la que recorro tu cuerpo.

Algo nuevo para ambos.

Siempre nuevo para nosotros que nos conocemos tan bien.
El recuerdo de tus uñas me desgarra la espalda.
¿Cuantas veces dejé mi dignidad para poder revolcarme contigo?
¿Cuantas veces dejé mi aliento en tus manos?
¿Cuantas veces te dejé sin palabras con el gemido que me arrancaste?
¿Cuantas veces podriamos repetirlo?
El vacío me despedaza el cuerpo.
La auscencia pesa más con los recuerdos tan vivos