Y no permito que halles cobijo porque aún tengo tanto que ofrecerte.
Estoy llena de vida, de ganas de tenerte. De alevosía.
No creas que dejo de poseerte porque te abandono a la vuelta de la esquina.
¿Acaso crees que si yo decaigo no te arrastraré conmigo?
Que equivocado pequeño manjar del anhelo.
Basta que me quieras abandonar, para que desgarre cielo y tierra poseyéndote con más fuerza.
Te deseo hasta la saciedad,
mi pequeña droga dura,
mi pequeña divinidad.