Sueños que se convierten en realidad
monstruos que me persiguen hasta donde estoy
durante las horas bajas de mi falta de lucidez.
Tu el del octavo nivel, con navajas en lugar de brazos
me persigues con ellos abiertos
a través de pasillos con pisos de tablero de ajedrez
y escaleras de caracol
cortándome,
reconstruyéndome con el filo de tu abrazo,
en lugar de sangre: lágrimas, pétalos, mariposas.
En el funeral de mi bisabuela muerta hace quince años
vi a mi bisabuelo también muerto
preguntándome si estaba haciendo las cosas bien
mientras la sepultabamos en el balcón con vista al mar...
estabas esperando
a despedazar mi antagonismo
con tu mirada apenas;
quebrándome con tu sinceridad
me quieres aquí,
con mis ollas repletas de granizo
mi ir y venir
mi cabello con olor a caramelo
mi necedad de correr al precipicio
mi barbilla de durazno
mi suspiro a tu tacto
mis manos que destruyen.
Mis perros cuidan de mi
mientras espero la señal
de que es hora de despertar
en esta tarde oscura casi noche
en este cementerio de balcón,
sabiéndo que solo tú
con tus brazos de navaja
podrás salvarme de toda la muerte que me ronda
en
esta
pe
sa
di
lla