miércoles, 8 de abril de 2009

Premoniciones



Después de una semana de aprendizaje y conocimiento de nuevas cosas, paisajes, sabores, olores y precipicios concluyo que el tiempo no corre igual en todos lados,
las horas no transcurren a la misma velocidad aquí que entre montañas,
mi estado de ánimo era tan distinto entre las ruinas que ahora en los centros comerciales estoy tan ajena,
que disfrutaba más el aire que respiraba en aquel pueblo casi invisible y despoblado como el "Comala" de Pedro Páramo.
Ni siquiera parece el mismo cielo y el infierno seguramente también será distinto.

Descubrí que la muerte siempre está a un brazo de nuestro hombro izquierdo esperando la oportunidad perfecta para llevarnos o susurrarnos al oido que hay cosas que si se solucionan.

Esperando para mostrar a través de los sueños lo que es nuestro posible final,
lo que nos estamos perdiendo por lamentarnos incansablemente.

Soñé que te veía y que abrías tus enormes ojos para saludarme
y me decías que tenías mucho tiempo esperando por mí...
Me levanté sobresaltada,
a las tres de la madrugada...
agitada y pensando
en que también quisiera verte;
aunque te haya dicho que no quiero...
Tendrá que ser, invariablemente.

No hay nada que temer
cuando tengas que llegar
o cuando vaya a buscarte
déjeme ver tus enormes ojos transparentes
y abrázame para que me vaya sin sentirlo...


Hoy te soñé nuevamente;
me decías al oído que querías
escucharme reír como antes:

te sonreí
y tú solo te alejaste.


No tengo miedo de morir:

sólo de no volver a mirarme en tus enormes ojos.